Científicos argentinos apoyan la meta ambiental 30x30
Investigadores nacionales han manifestado su aval a la campaña global, instando a que la Argentina pueda ser parte del listado de países comprometidos con la meta 30×30: llegar al año 2030 con al menos un 30% de las áreas del mundo protegidas.
Argentina, octubre 2022 – Cerca de 250 investigadores argentinos, referentes en distintas especialidades de las ciencias naturales y antropológicas, entre otras, se han manifestado abiertamente a favor del objetivo internacional establecido bajo la fórmula 30×30: proteger al menos el 30% de la superficie de tierras y mares del mundo para el año 2030.
De esta forma, suman sus voces de conocimiento a lo ya expresado este año por más de 20 ONG nacionales, en la campaña ConservAR 30×30, que pretende lograr el apoyo de nuestra nación al acuerdo mundial que comprometa a los países a trabajar para frenar la acelerada pérdida de especies y áreas naturales, promoviendo la conservación de la biodiversidad y la continuidad de los servicios ambientales que nos brindan los ecosistemas silvestres. Esto se alinea, a su vez, al compromiso al que ya adhirieron más de 100 países miembros de la Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas.
El apoyo de la comunidad de científicos e investigadores del país respalda, además, la amplia evidencia científica de esta meta. Entre los firmantes, se destacan directivos de prestigiosas instituciones académicas, y referentes de diversas disciplinas, como ecología, climatología, biología de la conservación, botánica, entomología, ornitología, antropología, abogados ambientales y docentes universitarios, entre otras. Se trata de un amplio espectro de personalidades del ámbito del conocimiento, en buena parte, miembros del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), la institución oficial más relevante en esta materia.
Por su parte, la campaña ConservAR 30×30, lanzó en la plataforma Change.org una junta de firmas que ya cuenta con el apoyo de más de 10 mil personas interesadas en que Argentina se una a la coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas, y apoye este año en las negociaciones de la Convención de Biodiversidad y en el 15to encuentro de la ONU sobre Biodiversidad (COP15).
¿Por qué es importante la meta 30x30?
Evidenciado a través de numerosos artículos científicos, tanto en aspectos biológicos como climáticos y económicos, prestigiosos investigadores e instituciones del mundo recomiendan proteger, al menos un 30% de la superficie global del planeta para reducir la pérdida de biodiversidad y alcanzar los objetivos del Acuerdo de París (https://www.un.org/es/climatechange/paris-agreement). Esto se extiende tanto al territorio marino como al terrestre, y es entendido como una meta global y no por país, que fundamentalmente debe enfocarse en las áreas clave para la biodiversidad.
A partir de la evidencia expuesta, economistas de todo el mundo realizaron un análisis económico de la situación, y llegaron a la conclusión de que los beneficios económicos de proteger el 30% del planeta superan los costos en una proporción de al menos 5 a 1, y que después de la recuperación de la pandemia de COVID-19, se prevé que el sector de la naturaleza crezca entre un 4% y un 6% por año en comparación a menos del 1% para la agricultura, la madera y la pesca. También se realizaron estudios que respaldan ese impacto positivo en cuanto a la generación de nuevos empleos que esto podría implicar.
Este acuerdo global que debería haberse llevado a cabo en 2020, se vio perjudicado por la llegada de la pandemia por Covid, y es en diciembre de 2022 que los países del mundo se van a reunir en Montreal, Canadá, para acordar el texto, recuperar el tiempo perdido y comenzar a trabajar en lo inmediato por el planeta.
En una acción filantrópica sin precedentes, 9 organizaciones de la sociedad civil, entre las que se encuentra Bezos Earth Fund, liderada por el magnate Jeff Bezos, comprometieron 5 billones de dólares para apoyar la causa de proteger y conservar al menos el 30% del planeta para el 2030.
Voces autorizadas
Algunos de los científicos que expresaron públicamente su apoyo a la meta ambiental 30×30, han manifestado su conocimiento y opinión en pos de esta realidad ambiental que invita a tomar conciencia respecto del estado actual del planeta y por qué es imperante que se tomen acciones para la protección de las áreas naturales.
“Un signo de nuestro tiempo es la pérdida de biodiversidad debido a la actividad humana. Esta pérdida es incompatible con un futuro sostenible que, a largo plazo, asegure la supervivencia de la humanidad. La meta global 30×30, de cumplirse, contribuirá a los esfuerzos para generar ese futuro sostenible”, destaca Jorge Crisci, Licenciado en Botánica, Doctor en Ciencias Naturales, y profesor de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata e investigador del CONICET.
Por su parte, Norma Hilgert, Doctora en Ciencias Biológicas, investigadora independiente del Instituto de Biología Subtropical (IBS) UNaM-CONICET, profesora asociada de la Facultad de Ciencias Forestales (UNaM) y socia fundadora de la Asociación del Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (CeIBA), explica: “Creo que la solución no está solo en proteger áreas y aislarlas de la actividad humana, sino en ampliar mucho más la banda de territorio que está congestionada entre conservación y producción, y achicar mucho los sistemas intensivos de producción, los monocultivos, que a la vez implican monopolio en la producción, y con ello, el monopolio en la distribución de la renta. Cuanto más diversificados son los sistemas productivos que funcionan como ecotono entre lo intensivo y la conservación estricta, mayor biodiversidad vamos a poder albergar”. Además, la especialista detalla que alcanzar el objetivo es posible, pero solo si se organizan políticas de estado serias y contundentes, y si se involucra de manera participativa a la población. “No restringiendo actividades, sino orientando, educando y, principalmente, legislando, es decir, tomando decisiones claras. Pensar solo en aumentar la superficie de reserva, que me parece fundamental, es otro modo de exclusión. Vamos a tener reservas por un lado, y monopolios dominados por muy pocas personas, por el otro. Si tenemos gente viviendo en el campo, gestionando sus sistemas, y siendo soberanos en las decisiones sobre cómo manejarlo, que es sensible a los cambios ambientales, seguro vamos a poder lograr esta meta.”
En este sentido también se manifestó Graciela Barreiro, Gerente operativa de la Dirección de Áreas de Conservación en la Secretaría de Ambiente en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: «Argentina ha avanzado mucho en la creación de nuevas áreas (protegidas) a nivel nacional y provincial. Sin embargo, no todo se trata de alcanzar determinadas superficies en m2, en hectáreas o en porcentajes, sino de diseñar políticas públicas para esas áreas: diseñar planes de manejo exigentes, dotarlas de personal capacitado y, especialmente, darles financiamiento. Si llegamos a la superficie prometida en las metas de Aichi, por ejemplo, pero las áreas son tierras sin gestión, las poblaciones de plantas y animales seguirán desapareciendo y no habremos hecho nada por la conservación”.
El Doctor Mariano Sironi, Director Científico del Instituto de Conservación de Ballenas, aseguró que “vivimos en una época de crisis de las especies y sus hábitats, generada por acción e inacción humanas. Estamos a tiempo de revertir esta crisis. Hoy, proteger espacios críticos para la biodiversidad va más allá del valor que tienen como fuente de servicios ecosistémicos o beneficios para el ser humano: es una cuestión de supervivencia para todas las especies por igual. Y sobre todo, debemos hacerlo sin más demoras, por respeto hacia espacios y especies que en sí mismos tienen valores inmateriales, espirituales, estéticos y culturales”.
El caso argentino
La Argentina ha demostrado tener una política sostenida en esa dirección, siendo una de las pioneras a nivel mundial. Desde 1903, en que el Dr. Francisco P. Moreno puso la piedra fundamental para iniciar el sistema nacional de áreas naturales protegidas, creó 515 áreas naturales protegidas registradas en su Sistema Federal de Áreas Protegidas (SIFAP) al 2022, sumando 40.185.345 de hectáreas que representan el 14,45% del territorio nacional continental y el 7,05% de la plataforma submarina.
En línea con las necesidades de desarrollo del país, la Administración de Parques Nacionales (y sus equivalentes organismos provinciales y municipales) continúa trabajando para sumar nuevas unidades de conservación, con distintas categorías de manejo y de dominio. El sistema sigue aumentando su superficie y con un amplio abanico de tipos diferentes áreas protegidas (parques nacionales, provinciales o municipales, reservas de usos múltiples, paisajes protegidos, refugios o reservas privadas, corredores biológicos o ecológicos, etc.).
Actualmente, son varios los proyectos en gestión activa para ampliar el sistema local de áreas naturales protegidas y en distintas provincias, como Ansenuza, Selva de Montiel, Jaaukanigás, Mishki Mayu, El Caldenal, Islote Lobos, Laguna del Palmar y Famatina, para citar solo algunos ejemplos. Estas áreas sumarían en su conjunto casi 1.130.000 nuevas hectáreas protegidas. “Esto demuestra que la Argentina, pese a todas sus dificultades, avanza en una dirección coherente con el pedido que hemos elevado a la Cancillería”, dijo Adrián Giacchino, presidente de la Fundación Azara.
Por su parte, Hernán Casañas, director ejecutivo de Aves Argentinas concluye: “Esperamos que el gobierno responda a este llamamiento urgente de los científicos de nuestra país, porque solo quedan semanas hasta la cumbre global donde se va a acordar el Marco Global para la Biodiversidad. Tenemos optimismo de que Argentina va a adherir a la meta 30×30 porque, hasta este momento, es uno de los pocos países del mundo, conocido por su liderazgo en conservación, que no ha dado una opinión categórica».
Las gestiones modernas de conservación necesitan sumar a las comunidades locales y, en particular, a las aborígenes. Solo así sería posible garantizar el diseño y la gestión de las áreas protegidas de modo equitativo y en línea con la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
El objetivo de invertir en la naturaleza no solo asegura la provisión de servicios ambientales muy costosos o imposibles de sustituir. También genera otras ganancias financieras y las condiciones necesarias para impulsar el crecimiento económico y el desarrollo humano.