El pasado miércoles 30 de abril, el CeIBA cumplió 20 años de presencia ininterrumpida en Puerto Iguazú trabajando en la investigación científica, con eje principal en la conservación de la biodiversidad, y el desarrollo sostenible en armonía con la naturaleza. A lo largo de este tiempo, entre otras cosas, la Asociación, pionera en la ciudad, creció significativamente -hoy en día sus acciones se extienden a otras regiones del país- y sigue impulsando diversos proyectos con el mismo compromiso y pasión.
“Ciencia y conservación con código postal: 20 años del CeIBA en Puerto Iguazú y la región” fue el primer encuentro del año que realizó el Happy Hour Científico Iguazú el jueves 24 de abril para festejar este 20º aniversario. Tuvo como protagonistas a la Dra. Norma Hilgert, al Dr. Gustavo Zurita, la Dra. María Paula Tujague y al Dr. Mariano Giombini, investigadores del CONICET en el nodo Iguazú del IBS (Instituto de Biología Subtropical), docentes de la Facultad de Ciencias Forestales de la UNaM e integrantes del CeIBA, quienes compartieron con la moderadora y el público un poco de la historia, la actualidad y los desafíos de la Asociación.
Inicios
“Allá por mediados del 2004, nos encontramos con Mario Di Bitetti, Gustavo (Zurita), Genoveva (Gatti), un grupo de biólogos que estábamos trabajando en Misiones en distintos lugares, pero la mayoría de nosotros residía de forma permanente o transitoria en Iguazú”, contó Norma, quien es especialista en Etnobiología y saberes locales, y es una de las socias fundadoras del CeIBA.
La primera reunión, de muchas, fue en el CIES (Centro de Investigaciones Ecológicas Subtropicales, ubicado en el Parque Nacional Iguazú), una estación biológica donde coincidían y se conocían entre todos. “A partir de la organización del CeIBA y de empezar a pensar qué objetivos definir, cómo hacer, cuándo juntarnos, etc., empezó a tomar más fuerza la vinculación interpersonal local, que generó una retroalimentación muy buena… Entonces la soledad o aislamiento fueron como el motor inicial para organizarnos y empezar a vislumbrar lo que hoy es el IBS”. agregó Hilgert.
“En aquella época, para los biólogos venir a Iguazú era como llegar al paraíso: la naturaleza, la biodiversidad”, expresó Zurita, especialista en Ecología y Manejo de Bosques, y también socio fundador. “En un momento era como que todos necesitamos a alguien para sentirnos acompañados…Y también como una manera de tratar de empezar a transformar algunas realidades que vivíamos a nuestro alrededor, para las cuales sentíamos que podíamos hacer alguna cosa. Entonces así nos juntamos en este grupo de gente y fundamos lo que hoy se llama CeIBA”.
Evolución
Llegar a un lugar nuevo donde existe un espacio ya conformado brinda un gran apoyo. “Para mí fue una ventaja muy grande tener ese respaldo institucional”, compartió Mariano Giombini, especialista en Interacciones flora-fauna, quien llegó a Puerto Iguazú hace unos 10 años. “El CeIBA brindaba un marco institucional, y ya era de alguna manera una referencia de la investigación y de la conservación en el lugar. Por lo cual obviamente siempre me sentí muy agradecido, porque es un camino que habían recorrido con mucho esfuerzo los investigadores e investigadoras que estaban aquí”, añadió.
Diecinueve socios y socias fundaron la Asociación en 2005, y hoy sus integrantes son 57, marcando un crecimiento, que fue paulatino y sostenido. De la misma manera, el CeIBA ha ampliado las áreas geográficas en las cuales desarrolla sus proyectos: en principio incluía el Bosque Atlántico en Misiones, sobre todo el Parque Nacional Iguazú como referencia, y hoy en día los temas de estudio llegan a otras regiones como el Gran Chaco, el Delta e Islas del Paraná, Campos y Malezales y los Esteros del Iberá, lo que muestra una sostenida evolución, pese a las dificultades. “Creo que es un indicador que entusiasma mucho para seguir trabajando”, remarcó Paula Tujague, integrante desde hace 15 años y especialista en primates y conservación.
Proyectos
“El CeIBA tiene una función de acción, no solamente de investigación. Muchos de sus proyectos tienen la particularidad de intervenir en los territorios”, destacó Zurita, resaltando que no se trata solamente de investigar, “sino de que llegue a las personas, transforme realidades y mejore de alguna manera el paisaje para todos. El CeIBA nos da cierta libertad institucional para plantear proyectos de desarrollo, por ejemplo, de aplicación de resultados, que desde otros ámbitos a veces es más complejo”.
Hoy el CeIBA tiene en su haber más de 60 proyectos, algunos ya concluidos y otros en curso. Algunos de ellos son el Proyecto Caí -coordinado por Tujague-; el Proyecto Yaguareté -coordinado por el Dr. Agustín Paviolo-; el Proyecto Jejy’a -coordinado por Hilgert-, que aparte de la investigación tienen un gran componente de educación ambiental y conservación. La Asociación también se destaca por sus iniciativas de alcance más local. “Ha habido proyectos con escuelas, relacionados a árboles nativos, restauración y reciclaje de residuos, que han durado bastante tiempo y que ha tenido integrantes del CeIBA trabajando activamente ahí”, enumeró Tujague. Además, desde la ONG se brindaron asesorías sobre el tema dengue, se participó de la Feria de Semillas durante dos años consecutivos; se ofrecieron capacitaciones en distintos ámbitos públicos y privados, y en instituciones educativas, entre otras acciones.
Al mismo tiempo, el CeIBA tiene una mirada constructiva, ya que “es una ONG de diálogo y, en ese contexto, interactuamos con el gobierno, con empresas, con otras ONGs, con personas, y la verdad que siempre ha sido súper constructivo, no hemos tenido grandes conflictos”, contó Zurita, y agregó que “Obviamente cuando algo nos parece mal lo decimos, cuando algo nos parece bien lo decimos, pero estamos siempre bajo el paradigma de que esta es la realidad, estos son los actores, y lo mejor que podemos hacer es trabajar con ellos para que las cosas mejoren, eso es un poco la lógica del accionar y, hasta ahora, creo que nos ha funcionado bien”. A su vez, el trabajo con colegas locales y regionales también es una de las fortalezas que permite desarrollar los proyectos y avanzar en sus objetivos.
Desafíos
El CeIBA es consultado y recibe solicitudes de parte de diferentes ámbitos y actores: “Las demandas (nos) llegan de muchos lugares y la verdad que nos encanta recibirlas y nos encantaría recibir más, sobre todo en el ámbito más cercano. Estamos muy abiertos a que (por ejemplo), si una escuela quiere que los chicos conozcan sobre tal tema, tal proyecto, la verdad que estamos encantados de colaborar”, mencionó Zurita. A su vez, también señaló que le gustaría fortalecer la presencia del CeiBA en el entorno local, ya que después de 20 años siente que la Asociación no es suficientemente conocida, “Y tiene mucho que ver con lo que decía Mariano anteriormente, que el CeIBA se va enriqueciendo de más personas que tienen otras miradas” que ayudan a potenciarlo desde otras perspectivas.
En la misma línea, Hilgert comentó que están trabajando en poder incorporar los conocimientos que generan desde la Asociación en los planes educativos, pero es un desafío a largo plazo. “¿Por qué las escuelas? Los chicos son como esponjas”, acentuó Tujague, resaltando la capacidad de aprendizaje que tienen. “Nos ha pasado por ejemplo en el mismo Parque Nacional; nosotros en el proyecto (Caí) contamos con cartelería y una de las cosas que más escuchábamos era ‘Papá, no, no hagas eso, ¿no viste el cartel que estaba atrás?’”. El caudal de conocimientos que generan desde el CeIBA es mucho y cómo darlo a conocer es otro de sus desafíos.
Amistad
Contar 20 años de historia en un encuentro de poco más de una hora es imposible; y al mismo tiempo, resumir esos 60 minutos en algunas líneas también lo es. Norma, Gustavo, Paula y Mariano compartieron con el público una hermosa charla donde lo que sobró fue la emoción, las risas y sobre todo, la alegría de saberse unidos en los mejores momentos y en los no tan buenos.
“En Antropología y en Sociología se sabe que cuando uno tiene redes sólidas entre las personas que están en un determinado grupo, es muy difícil que frente a una caída te golpees, porque el resto te sostiene. Y el CeIBA es la gran red que armamos entre todos para los distintos avatares que fueron pasando en esto de conformar un nodo científico en Iguazú. No había otro antes”, realzó Hilgert.











